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ITE, LAS INSPECCIONES TÉCNICAS DE LA EDIFICACIÓN. BALANCE A LOS VEINTE AÑOS

 

Las inspecciones técnicas de la edificación, conocidas como ITEs,  se implantaron en algunos municipios españoles hace ya mas de veinte años. Desde entonces y progresivamente todas las ciudades han impuesto su obligación.

Las ITEs surgieron como una medida mínima para el cuidado de los edificios. Nacieron donde no había nada. Veinte años después es necesario hacer balance y ver si hoy resultan un instrumento suficiente para la conservación de los inmuebles o el tiempo está demostrando algunas carencias.

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Sin duda han contribuido y mucho a que los inmuebles mejoren su estado de conservación. La ciudadanía ya es consciente de que si su edificio presenta problemas de seguridad en algún momento una inspección le dirá que tiene que resolver esa situación.

No obstante cada cierto tiempo nos llegan informaciones de accidentes de variado tipo en edificios y no es infrecuente oír en el desarrollo de la noticia que el inmueble “había pasado la ITE”. En nuestro día a día profesional no es tampoco infrecuente enfrentarnos a problemas de un edificio que tampoco habían sido señalados en esa revisión, quizá realizada unos años atrás.

Veamos diferentes aspectos de la ITE. La periodicidad es de diez años. A todas luces es un periodo excesivamente largo. Para un inmueble de cierta antigüedad diez años es un tiempo en el que pueden aparecer problemas que no se habían manifestado en la revisión.

La mayoría de las ordenanzas, todas las que conozco, permiten una inspección exclusivamente visual. Hoy hay técnicas de inspección mediante aparataje diverso que permiten conseguir datos de imposible obtención en un mero examen visual. Por ejemplo el saneamiento de un edificio difícilmente es visualizable si no se realiza una inspección por cámaras introducidas en la red horizontal.

Las inspecciones si son detalladas como deben serlo, llevan un determinado tiempo que no es posible reducir. Se podrán optimizar otras fases del informe, como su tramitación, pero el tiempo de examen del edificio, incluso por ojos expertos, no. Esta realidad es difícilmente compatible con la guerra de precios en la que nos encontramos los profesionales que hacemos estas inspecciones.

 
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En resumen, considero que en las ordenanzas que regulan las ITEs se deberían efectuar una serie de modificaciones, transcurridos ya veinte años de sus apariciones, para que estas resulten más eficaces previendo accidentes y para que sean un buen instrumento para el correcto mantenimiento del inmueble.

Los Ayuntamientos deberían fijar unos precios para las ITEs, teniendo en cuenta el tiempo de realización y la importante responsabilidad que adquirimos los profesionales que las firmamos. Se acabaría con las ITEs “low cost”. Esta tasa sería abonada por los clientes al Ayuntamiento y por ejemplo transferida después a los colegios profesionales donde el técnico que ha realizado la inspección la cobraría.

He hablado en este texto siempre de técnicos y profesionales, pero en mi opinión las ITEs deberían estar reservadas a arquitectos y arquitectos técnicos, únicos formados adecuadamente para su realización. En edificios con protección patrimonial la reserva de actividad debería ser quizá para los arquitectos.

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Deberían aumentarse los controles por parte de los técnicos municipales, no solo sobre las inspecciones negativas para dictar la consiguiente orden de ejecución sino también sobre las favorables. Esto, unido a cursos de coordinación de criterios entre técnicos municipales y los técnicos independientes, quizá de asistencia obligatoria, permitiría unificar criterios y reforzar la exigencia a la hora de realizar las inspecciones.

El intervalo entre inspecciones debería rebajarse de los diez años actuales, quizá dependiendo de la antigüedad del inmueble, para ir a intervalos entre tres y cinco años, por ejemplo.

El protocolo de inspección debería completarse con la obligatoriedad, al menos cada cierto número de inspecciones, de realizar pruebas que fueran más allá de lo puramente visual. Una revisión, por ejemplo de la red de saneamiento mediante cámaras introducidas en ellas me parece que debería ser obligatoria al menos cada diez años.

En suma se trataría de realizar unas inspecciones más rigurosas y acordes con el concepto de mantenimiento y conservación de los edificios. Un edificio mantenido y con un profesional formado a cargo de esta tarea: el “arquitecto conservador del inmueble” estará permanentemente en disposición de “aprobar” su ITE;  pero mientras llega el momento de que todas las propiedades se conciencien de que así ahorran dinero y problemas, las ITEs deben avanzar hacia una mayor calidad en su contenido y una mejora de las condiciones en que se realizan.

 
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